Se suele decir que cuando llegan las vacaciones es importante saber al sitio al que se va a ir, más que a la ciudad se hace referencia al hotel o apartamento aunque hospedarse en cada uno de ellos difiere bastante. La elección va sobre gustos eso por supuesto, hay quienes prefieren los apartamentos y vamos a ver porque. Quien elige un apartamento la mayoría de las veces lo hace porque suele ser mucho más barato que el hotel, aun que muchas veces los que están en primera línea de playa se suelen ir de precio y si a eso le sumamos la comida quizás si comparamos los precios con el hotel nos demos cuenta que casi se dan la mano. Hay veces en las que son dos familias las que se van y coger un apartamento para todos sí que les resulta más báratro que si lo hacen por separado, en realidad comer hay que comer en casa igual, y la estancia es lo que en verano se dispara. Generalmente los apartamentos suelen estar bien cuidadas, quizás las camas son las que pero están, pero suelen tener empresas de limpieza y cuando sale un inquilino lo limpian para que los próximos lo encuentren más o menos limpio.
Quienes eligen el hotel son los que de verdad se quieren ir a descansar, prefieren la comodidad y que les hagan todo que desde luego en vacaciones es de lo que se trata. Generalmente suelen cogerlo con tiempo a fin de que les salga mucho más barato, y cogen un todo incluido donde no se tienen que preocupar ni de la comida ni de la bebida. Este tipo de personas se levantan por la mañana bajan a desayunar y cuando vuelven a la habitación la tienen completamente limpia y arreglada que es lo que iban buscando desde el principio. Los hoteles se preocupan más de los pequeños y grandes detalles, como en la variedad del buffet, el textil para hoteles, la limpieza de las habitaciones y un largo etcétera que para eso tienen contratado a un gran equipo de profesionales. Seguro que a todos en general nos gustaría pasar nuestras vacaciones en un hotel y disfrutar de las ventajas que nos ofrecen pero no todo se puede y muchas veces nos debemos conformar con lo que en realidad podemos pagar, dando gracias porque otros no siquiera las huelen.